La ilustración se encuentra en:
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Dicen que la casa que veía Sábato, cuando describía aquella de “Sobre héroes y tumbas”, no era la muy mentada de la zona sur, sino una muy particular, en Oruro y Carlos Calvo.
Resulta tan impropia al barrio, que en algún momento, un ansioso por conocer su historia, me ofreció una excelente suma de dinero, para iniciar las investigaciones. Era en los tiempos en que Argentina se hundía y ese dinero me venía muy bien. Pero no acepté, era inútil.
Isabel y yo la habíamos descubierto una tarde de invierno, mientras caminábamos, repitiendo como loros, los pares de nervios craneales para un parcial.
Se veía tan tenebrosa envuelta entre los grises del frío, que nos atrapó de una vez y para siempre, con su influjo hipnótico.
Estaba cerca de la facu, así que íbamos a menudo a mirarla. Y como no tenía fascinadas, iniciamos el recorrido para aprehender su secreto. Desconocíamos por entonces la leyenda que la unía a Sábato.
La casa era como esas personas hermosas, que saben que su poder reside en su misterio. Cuanto más nos empeñábamos en conocerla, mejor escondía sus orígenes.
No hallamos un solo documento que revelara su origen, su paso por las escribanías, los nombres de sus dueños, de su constructor. Sus habitantes, nos cerraros muchas veces las puertas. Nos atendían entreabriendo apenas las celosías, eran más misteriosos aún que los interrogantes. No cejamos… Pero la casa nos ganó la partida.
Nadie pasa por la cortada sin rendirse a su embrujo.
Quizá, sí los que viven muy afinados con la cultura postmoderna…
Casi mejor, los bohemios sin remedio la tenemos entera para aumentar la sed de nuestro deseo.