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Rutinas y preguntas

Publicado por Umma1 agosto 06, 2010 Etiquetas: , , 10 comentarios




Hace frío.
Hoy saldré más tarde y cambiaré el derrotero que tenía planeado.
Pasaré por la biblioteca Cané, esa donde trabajó Borges, y donde escribió tantos de sus libros.
¿Será que aún las musas que lo rodearon, habitan ese espacio, esperando un nuevo genio al que encender la lámpara?

Héroes, íconos y graffiti

Publicado por Umma1 julio 02, 2010 Etiquetas: , , 2 comentarios

El verano pasado, en una cortada de San Telmo, tropezamos con el graffiti que ilustra este post.
No cabe duda que ciertos personajes históricos se convierten en mitos, luego en íconos que terminan sirviendo a cualquier fin.




Kimi era feliz, simplemente, con los mimos de sus dueños. Pero un día a este simpático Caniche Toy, lo tocó la varita mágica, esa que confirma aquello de que la vida siempre nos sorprende y nos lleva por caminos insospechados.

Ni a él ni a su familia humana, se les había cruzado la idea de pisar las tablas, actuar en la lírica, ni mucho menos pasar a la historia, con un evento tan importante para nuestra ciudad, y para la lírica.

Ocurre que Kimi, mientras viajaba despreocupado en un bolsito, fue atentamente observado y recibió la propuesta para actuar en La Boheme de Puccini, Ópera que se ofreció para la reapertura del teatro Colón en Buenos Aires, dentro de los festejos del Bicentenario de la Revolución de Mayo.

Su dueño, en el video, cuenta las divertidas alternativas que llevaron al perrito a ese lugar, al que todos los artistas desean llegar: El Colón


Le doy las gracias al Licenciado Carlos Alberto Martínez, por dejarme grabarlo.




Aquí: parte del Sdo Acto de La Bohème. A disfrutarlo.

Exótico en el centro del corazón

Publicado por Umma1 noviembre 01, 2009 Etiquetas: , , , 8 comentarios


Cuando voy al Archivo, llegando a ese punto en el que Monserrat, aun no enloquece en microcentro, todas las veces, dejo de leer y los ojos se me van por las calles antiguas.

El viernes, en un embotellamiento, reparé en un señor gordo, medio despantalonado, doblado como un acento circunflejo sobre el alfeizar de una ventana, destripando, moneda en mano, una raspadita. Estaba tan concentrado en su tarea menuda, tan indiferente al mundo.

A un metro de él, dos vecinas, charlaban a la puerta de un comercio, una apoyada en una escoba, la otra gesticula tan aparatosamente que provocaba escucharla; ellas también indiferentes a las miradas.

Luego, me detuve a mirar un cafecito que hay en una esquina de la calle Perú, los parroquianos felices bajo el sol inclemente, parloteando como si fuera un domingo.

Me di cuenta que en los antiguos barrios que bordean el río, la vida bulle, es ruidosa, natural, anacrónica quizás, pero ¡Cómo late! Es como un pulso napolitano.

Y, en medio de la naturalidad de ese ritmo, uno y otro yuppie, estirado, frígido, impecable en su traje de diseño, con cara de poker…


Gente de carne… y gente de cera. Debe ser cosa de la suerte que uno nazca de un lado o del otro de la barrera.

Plazas y placitas

Publicado por Umma1 septiembre 17, 2009 Etiquetas: , 0 comentarios

Los porteños estamos del tomate (locos), no por la forma en que hacemos las cosas, sino por la clarividencia con la que elegimos a los que nos gobiernan.

Hace algunos años, con bombos y platillos, el gobierno de la ciudad, anunció la inauguración de la “Placita Aromática”. La habían instalado en un triangulito inútil de tierra, que estaba baldío desde la construcción de la Autopista 25 de mayo, allá por los 70.

La Placita Aromática estaba dedicada a los ciegos, porque tal como se deduce de su nombre, estaba poblada por muchas especies especialmente perfumadas.

Pero, la singular placita, no tenía el mejor diseño, para quien debía recorrerla guiado por su bastón. Era un muestrario de barreras arquitectónicas. En sus pocos metros cuadrados, todo era escaleras sin sentido, laberintos, caminos sinuosos que bordeaban areneros con marcados desniveles, mesas de ajedrez de piedra que brotaban en los accesos a las rampas, barandales de hierro a la altura de los ojos.

Eso, sin contar que el acceso lateral estaba sobre una calle de tránsito rápido y constante, y la principal sobre la calle en la que desemboca la autopista, por la que los vehículos salían picando. Claro, ambas sin semáforos.

Hace algunos meses, al nuevo jefe de gobierno sucumbió a una fiebre de reformas, destruyó calles y plazas, para reconvertirlas. Eso sí… todas al mismo tiempo.

A la”Aromática” le llegó su picota. La redujeron a nada, y ahí está como si la hubieran bombardeado, desde hace meses, esperando que le apliquen el presupuesto de 500 y tantos mil pesos que le destinaron, que la habilite nuevamente a los vecinos.

Pero la Martín Fierro, plaza emblemática, si las hay, esa donde sucedieron los episodios de la semana trágica, en los tiempos en que nuestros abuelos reclamaban por los derechos del trabajador y se los reprimía y fusilaba. La Placita Martín Fierro, que sólo necesitaba que se le reinstalaran bancos nuevos, Esa … lleva 9 meses destrozada.

Nueve meses… ni que construyeran un pirámide… Nueve meses… me queda el consuelo de pensar que prontamente parirá otra placita.


Que le va´ hacer m´hijo… es lo que supimos conseguir…

La ilustración se encuentra en:
http://www.slide.com/r/EMHajnD_tj8R6EXsw2Gkg0Carqlop32W


Dicen que la casa que veía Sábato, cuando describía aquella de “Sobre héroes y tumbas”, no era la muy mentada de la zona sur, sino una muy particular, en Oruro y Carlos Calvo.


Resulta tan impropia al barrio, que en algún momento, un ansioso por conocer su historia, me ofreció una excelente suma de dinero, para iniciar las investigaciones. Era en los tiempos en que Argentina se hundía y ese dinero me venía muy bien. Pero no acepté, era inútil.


Isabel y yo la habíamos descubierto una tarde de invierno, mientras caminábamos, repitiendo como loros, los pares de nervios craneales para un parcial.


Se veía tan tenebrosa envuelta entre los grises del frío, que nos atrapó de una vez y para siempre, con su influjo hipnótico.


Estaba cerca de la facu, así que íbamos a menudo a mirarla. Y como no tenía fascinadas, iniciamos el recorrido para aprehender su secreto. Desconocíamos por entonces la leyenda que la unía a Sábato.


La casa era como esas personas hermosas, que saben que su poder reside en su misterio. Cuanto más nos empeñábamos en conocerla, mejor escondía sus orígenes.


No hallamos un solo documento que revelara su origen, su paso por las escribanías, los nombres de sus dueños, de su constructor. Sus habitantes, nos cerraros muchas veces las puertas. Nos atendían entreabriendo apenas las celosías, eran más misteriosos aún que los interrogantes. No cejamos… Pero la casa nos ganó la partida.


Nadie pasa por la cortada sin rendirse a su embrujo.


Quizá, sí los que viven muy afinados con la cultura postmoderna…


Casi mejor, los bohemios sin remedio la tenemos entera para aumentar la sed de nuestro deseo.


Miraban con languidez de fantasmas cursis el movimiento de los irreverentes del presente.

Alguna vez, colgando de una pared familiar, habrán sido contempladas con cariño, generarían anécdotas, chismes, suspiros. Eso antes de volverse documento en el Museo de la Ciudad.

Puede que los biznietos pasaran frente a ellas sin reconocerlas.

Ya no hay espacio físico para las fotos viejas; ni huecos en el tiempo para demorarse en los afectos que fueron.

Fines de 1980, comienzos de 1990

Cuando mi hijo era chiquito, casualmente, frecuenté mucho esa esquina. Mi madre tenía la manía de regalarle, cada día, un juguete, a su único nieto, con la excusa que para mimar están los abuelos. En el barrio de San Cristóbal se reunían las jugueterías mayoristas, que ofrecían mejor precio y variedad.

Para esos chiches cotidianos, nos habíamos hecho clientas fijas de la que funcionaba en el amplio y hermoso local de Matheu y constitución. Una casa de 900 con ventanales inmensos por ambas calles, alfeizares generosos, donde mi niño se sentaba a jugar con las bolitas de los paraísos que adornaban las veredas.

Estoy segura que más que por otra cosa, se había convertido en nuestra favorita por su buen ambiente. Paredes pastel, vendedores de excelente humor y esa luz indescriptible que se derramaba sobre los objetos y los chicos.

Fue por una coincidencia, años después, persiguiendo la obsesión del “Civico y La Moreira” (1), que di con el legajo policial que me reveló el destino primero del local que albergaba la juguetería.

Quedé tan impactada como si el destino de esas paredes me perteneciera. Quizás por el tremendo cambio, quizás por la rapidez con que se pierde la memoria o por esa sucesión que pasa sin improntas, o porque, en definitiva, donde estaba la noche había entrado el sol.

La tragedia y epopeya, no habían dejado rastros, será que los fantasmas de aquellos que no pudieron ser buenos, se habían enternecido entre trencitos y muñecas.

Las torvas miradas del ayer trocadas en los límpidos ojos de los chicos.
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(1) El cívico y La Moreira, fueron dos personajes del ambiente de avería y del tango primitivo.
Que vivieron, supuestamente, en el Barrio de San Cristobal.
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Pasó tanto tiempo entre una entrega y otra, que posiblemente ya no recuerden el comienzo. Así que si desean leer la anécdota completa, pinchen aqui.
Le pido mil disculpas a Fernando, para quien estuvo dedidacada esta historia, por las ausencias, tan prolongadas.


Dibujo: Roberto Selles, para Revista Galaxia Porteña.
© Roberto Selles - © Galaxia Porteña.
Queda prohibida su reproducción



(Continuación)

A primeros del 1900

En la esquina de Matheu y Constitución, supo haber allá por el 900 un café de ajenjo y avería, donde los desesperados se achuraban feo. Por sus enormes ventanales no se mostraba, sino se escondía, el ambiente rancio, el humo del tabaco negro, los acordes picaditos del tango primitivo, los hombres flacos con chambergo requintado.

Cada noche, el brillo de los cuchillos, se apagaba carne adentro, salpicando con sangre la del muerto anterior, porque ahí no se andaban con chiquitas, supo ser uno de los peores tabernáculos del arrabal.

Al finado lo sacaban para afuera sin disimulos, total la cana (1) respetaba la protección del doctor del comité (2). El vigilante de turno, esperaba para hacer sonar el pito de alarma, que tensaba la noche de los laburantes (3) como un aullido avisando que otro se iba pa l´infierno. Había que hacer tiempo para que el autor del fato piantara (4) a seguro.

Qué negra debía ser la noche y el día entre aquellas paredes donde se estrellaban los posibles.



(1) Cana: en lunfardo “policía”
(2) El doctor de comité, era el caudillo político del barrio, perteneciente por lo general al partido conservador. Usaba a los matones para su rédito político, ofreciéndole a cambio de su servicio, la protección de sus influencias. Todo un sistema feudal.
(3) Laburante: en lunfardo “trabajador”.
(4) Piantar: en lunfardo “irse”.



(continuará)
PD: Extraño mucho leerlos, a fines de semana el trabajo me dejará retornar a la rutina. Los quiero.


Oleo: Geno Lazarov -Bulgaria


Esta historia está dedicada a Fgiucich, que con imaginación y belleza, suele volver una vez y otra a estos particulares personajes, del ayer.

1era parte -Orígenes-

El barrio de San Cristóbal (1), fue en su prehistoria cuna de hombres de avería (2) , unos de verdad, otros de leyenda, porque sabido es que en estas cosas de los orígenes, hay más deseos de epopeya que hechos. Y para muestra, basta con Borges, que re fundó Buenos Aires a la medida de sus fantasmas.

Junto a ellos, también asomadas a la muerte, las esclavas blancas (3) , carne de burdeles, en las que los varones desahogaban sus urgencias y ahondaban sus soledades.

Caminar en aquellas noches del 1900, sobre los adoquines desparejos, bajo los faroles rojos de los prostíbulos anunciando su amasijo humano, debía ser para aquellos, un pasaporte al suicidio que se aceptaba en el morir o el matar.

(Continuará)



(1) Como otros barrios, San Cristóbal comenzó siendo un borde entre la ciudad y la Pampa. Cuando le brotaron los ranchos de los que no tenían lugar en otra parte, fue convirtiéndose en arrabal. Con los años llegó el loteo, el tranvía y los inmigrantes con su gran esperanza de tener casa propia. Compraban un terreno en mensualidades y por las noches, luego de jornadas agotadoras de trabajo, a la luz de un candil, ponían ladrillo sobre ladrillo a su sueño. Juntos a estos gringos trabajadores, convivía el bajo fondo.

(2) Hombres de avería, taitas o malevos. Los diestros en el manejo del cuchillo, generalmente porque habían trabajado en los mataderos, lúmpenes, que ponían su violencia al servicio de algún político.

(3) Argentina tuvo un proceso inmigratorio sin parangón en la historia. En pocos años, los gringos (procedentes de Europa, Asia, Norte de África), duplicaron el número de nativos. Se produjo un desbalance entre los sexos, porque los varones venían generalmente solos y muy jóvenes. Así comenzó la industria de la prostitución. Las muchachas llegaban de Europa, especialmente del este, de a cientos en las bodegas de los barcos, a los Puertos de Buenos Aires, Montevideo y Río de Janeiro, hasta que el emperador brasileño, prohibió la trata y los dos puertos del Río de la Plata, quedaron como penoso destino. Es bueno recordar, que hacia finales del 1800, las naciones europeas, habían prohibido la trata de blancas, aplicando severísimas penas a los infractores, pero, hacían la vista gorda hacia aquellas que eran traídas, por la fuerza o el engaño a estas latitudes.