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Así...

Publicado por Umma1 marzo 05, 2008 Etiquetas: , , 20 comentarios

Imagen: (fragmento) Martín...



Como esa sopa de fideitos de letras, que se comía, en la ñiñez, sin ganas, formando con la cuchara palabras de liberación...

Mar del Plata

Publicado por Umma1 febrero 04, 2008 Etiquetas: , , , 72 comentarios

Voy con un refrito, manía de género que cobra algún prestigio, luego de la reivindicación de sentido, que Lady Zuricat les hizo.

Se lo dedico a Safiro, que con un post sobre Mar del plata, me movió los recuerdos.


Mi infancia fue decididamente esquizofrénica como la de muchos de mi generación.

Durante los casi 9 meses de clases, era una nena que habitaba una zona muy céntrica de la que en aquél tiempo se apuntaba como la 5ta ciudad del mundo. Libertad restringida por el peligro de la calle, libertad restringida por el colegio selecto y, por los temores de una madre que viajaba mucho.

Me veo en el uniforme azul, las manos enguantadas, las trenzas perdiéndose a los lados de la boina, las calles tapizadas por las pelusas de los plátanos… Podría haber sido un tiempo muy aburrido, pero por suerte existían los libros. Seguro que por eso me gustan tanto los osos, invernaba en la cueva de mi imaginación con piratas, viajeros, cazadores, indios, chicas que siempre sufrían mucho, luchadores por la libertad….

Pero desde el día que terminaban las clases hasta el anterior a que comenzaran, me iba al mar. Eran casi 4 meses de gloria. Allá nos encontrábamos los 15 inseparables. Amigos que al igual que yo, por algún sortilegio del calor, se veían libres de todas las restricciones de los tiempos formales, gozando de una independencia temeraria.

Las horas se nos iban en mil temas importantísimos, descubrir charcos en las rocas para molestar a los cangrejos con un palito, ir al atardecer a las playas del sur a ver cazar pulpos, abuchear a los que arponeaban tiburones; patinar a velocidad de Correcaminos el trecho entre "La Popular" y "El Torreón", nadar de día o de noche, según el cuerpo lo pidiera. Bajábamos a las playas quitándonos la ropa mientras corríamos y nos zambullíamos como desesperados en las olas, que en esas latitudes siempre están frías. ¡Como nos gustaba esa sensación de hielo sobre la piel que ardía!.

Una fascinación de primera hora, era ir a ver que había dejado la marea sobre la arena. Teníamos un tesoro de sogas marineras, tablones medio podridos, caracolas machucadas, alguna estrella de mar.
Como el tiempo era elástico, los días larguísimos, había resto para recorrer los viejos palacios detectando los embrujados, competir para ver quien se trepaba más alto en los pinos del bosque, quien llegaba antes a la boletería del viejo cine, cerca de la Estación Grande, atropellando peatones en nuestra carrera.

Muchas tardes cuando el calor se volvía intolerable, nos reuníamos en el living de mi casa, nos acostábamos boca abajo sobre el piso, a leer revistas mexicanas: "Lorenzo y Pepita", "Batman", "La pequeña Lulú"... Teníamos pilones altos como montañas, de propiedad común. Cuando nos cansábamos de leerlas, nos sentábamos en la rambla e iniciábamos el trueque, al rato había un gran alboroto de chicos negociando.

Con la pubertad nos volvimos surfistas, amantes del karting y, de las buenas formas…

En aquel tiempo, parecía que todos íbamos a ser oceanógrafos... pero no fue así.

Todavía nos vemos de tanto en tanto. Unos gordos, otros con poco pelo, todos con canas, unas solteras, la mayoría con varios divorcios a cuestas.

Sería imposible reconocer en estos adultos a aquellos chicos de la barra de Mar del Plata, de no ser por la mirada, que con los aquellos recuerdos se vuelve niña.





La canción fue una genial sugerencia de Adal