Me pregunta una amiga, en facebook, cuál era la importancia de la Cortada Oruro, que a ella no le significa nada.
¿Qué hace que una calle tenga magia? ¿Porqué fascina a unos y deja indiferente a otros?
Hace mucho tiempo yo conté la historia de una casa de esa callecita retorcida, perdida en el barrio de San Cristóbal.
Orura es estrecha, el zigzag se debe a que hace bastante más de una centuria pasaba por allí un trencito que trasladaba la basura de la ciudad, con rumbo sur.
Me gusta su serena diferencia, sus construcciones viejas, su rumbo.
Lo verdaderamente espectacular de la cortada, es una casa que se impone. Lúgubre, fantasmal, se cuenta fue la que en verdad, inspiró a Sábato para su "Sobre héroes y tumbas".
A comienzos de los 2000, cuando los argentinos vivíamos un caos económico, un apasionado por esa construcción me ofreció una suma muy tentadora en dólares, para que realizara una investigación sobre sus orígenes.
Conté cuando escribí sobre ella, que es hermética. No hubo forma de hallar un dato.
Hace un par de años la compró un grupo de chicos interesado en las ciencias ocultas.
Uno de ellos nos confió, que según rumores, se inspira en la casa en que El Greco vivió en Toledo.
Casa-Museo de El Greco
Cuando les entregaron los planos originales, que estaban muy bien guardados, me los enviaron por internet. Vaya locura. Indescifrables. Un enigma más para agregarle a tantas conjeturas.
Las fotos superiores tienen una década, las inferiores con el frente en rojo, de estos últimos tiempos.
¿Hay callecitas donde Uds. viven que los seduzcan?
¿Porqué no me cuentan?
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4 comentarios:
No me gusta ese rojo tan llamativo, creo que estaba mejor antes. ¡Cuánto misterio! ¡Qué pena que no encontraras información sobre ella! Y sí, esta casa tiene pinta de ser capaz de inspirar muchas novelas. Y eso, sin traspasar el umbral, imagínate si entras...
Un abrazo.
Al pintarla de rojo le sacaron algo de su misterio.
Querida Umma!!! Después de algunas eras transcurridas, por algún misterioso hado recuperé la clave de gmail y me encontré, como de causalidad, con esta hermosa nota tuya sobre Oruro. Creo que alguna vez te comenté de una Tía que vivía (espero que aún con 95 años continúe viva) en la calle Cochabamba y Oruro, frente a la placita Martín Fierro. Entonces me hiciste saber que vivías relativamente cerca. Por aquella época alternaba mi vida entre uniformes azules y la pensión de una antigua madama francesa perdida en algún punto imaginario, marginal de la ruta nueve. Un pueblo con la consecuente estatua de mirada perdida, su plaza eternamente castigada por un sol cenital y un viento o brisa que permanentemente mecía las cortinas blancas de aquella posta donde calmar los caballos cansados. Hace poco recordaba también que en tantos discursos imaginarios, me hacía caminando por la bajada empedrada hasta recorrer la fachada de tu casa, portando una posible barba blancuzca y por que no un sombrero de ala ancha, muy pasado de moda, bajo la llovizna porteña de la vejez. Al dejar el uniforme hice muchas cosas, trabajos pesados, livianos y mediocres nunca la ansiada fantasía de escribir profesionalmente. creo que consideré que no me daba la talla. Pero hoy me descubro al espejo, la barba larga, como un remedo de quijote sin triste figura, con mas de algún kilo de mas y me río de mi mismo.
solo me faltaría el sombrero de ala... Que lindo ver que aunque a duras penas, cada tanto asentás tus pensamientos mágicos en esta página absolutamente hermosa y necesaria.
Adoraría que me mandaras un saludo cálido a esta mía o a albertoluis34@yahoo.com.ar como mejor te parezca. Quiero imaginar que en algún sitio todavía existen aquellas personas que se apasionaron tanto jugando con la mente. Un abrazo infinito .. Alberto
Querido amigo.
Acabo de leer esta respuesta tuya, quien sabe hace cuanto la subiste.
Te recuerdo en esa magia que nos regaló la vida.
¿ Cómo olvidar aquellos tiempos de correrías literarias?
Fuiste, junto a aquella lista de historias que escribimos, lo mejor que me trajo la internet.
No hay como el juego de las palabras para dos solitarios, que entre cientos se reconocen, como si estuvieran predestinados.
En el ir y venir de las computadoras perdí todos los relatos. No importa, los recuerdo. Y por sore todo, la ansiedad con que aguardaba cada uno, la continuación de la historia, día tras día.
Gracias amigo, por aquellos días hermosos.
Un abrazo.
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