Decía que era agua bautismal.
Por eso todas las noches me bañaba perfilando un rito en mis entradas y salientes. Restregaba mi piel hasta dejarla roja y ardiente.
En ese punto se mostraba complacido, declaraba que había sido liberada del pecado.
Pecado que yo sabía no había cometido, ni tenía entidad.
Pero lo dejaba hacer y en su fe, fingiéndole que cada noche era una mujer nueva, renacida de sus manos de alfarero.
3 comentarios:
muy buen texto, el baño expiatorio, como la noche misma, para moldear tallando la imagen de la pureza.....
No VIENTO, no con agua bendita.
Al agua la bendecía mi cuerpo ;)
O eso pensaría él.Jajaja
Gracias ANGEL.
El baño de la purificación, si
La mente tiene sus extraños laberintos
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