Cierta vez entramos con mi madre a un viejo almacén de barrio, yo era una nena. Quedé extasiada mirando una pared, que contenía un mueble como el de la foto, sólo que muchísimo más grande. Vi al almacenero, abrir y cerrar los cajoncitos, sacando con una gran cuchara de hierro, milagros de arroz, fideos, porotos. Los llevaba hasta el mostrador y, depositaba su carga sobre un papel blanco que previamente había colocado sobre la balanza. Controlado el peso, formaba un paquete, uniendo los lados del papel, haciéndole una suerte de moñitos en la parte superior.
Mi madre compraba todo envasado, así que para mí fue como entrar a un universo paralelo. Ella me explicó que era una costumbre antigua, poco higiénica a la luz de los nuevos tiempos. Pero a mí me hechizó.
Ahora, tratando de reducir el peso de la foto que tomé el domingo pasado en San Telmo, pensaba: que bueno sería entrar a un negocio y, decirle al que atiende
Mi madre compraba todo envasado, así que para mí fue como entrar a un universo paralelo. Ella me explicó que era una costumbre antigua, poco higiénica a la luz de los nuevos tiempos. Pero a mí me hechizó.
Ahora, tratando de reducir el peso de la foto que tomé el domingo pasado en San Telmo, pensaba: que bueno sería entrar a un negocio y, decirle al que atiende
- deme 100 gr, de sueños, 100 de esperanza, 80 de optimismo.
Que los fueran sacando de los cajoncitos, en forma de caramelos de colores… Esperar ansiosa a los empaquetaran para ir comiéndomelos por la calle, como los gorriones que en estos días, picotean miguitas, despreocupados, en las veredas perfumadas por los tilos en flor.
16 comentarios:
Precioso el mueble. A mí me parece como de una farmacia, una antigua botica de esas en las que preparaban artesanalmente remedios para curar cualquier cosa.
Me alegro de que pudieras arreglar la plantilla, ya se ve bien. Un abrazo.
Mueble de 25 cajones que encierran miles de historias. Entrar a una casa de antiguedades es dejar que la imaginación fluya a raudales. Abrazos.
Preciso mueble...me encantan los antiguos de anticuario...ah, yo tambien conocí esas tiendas donde pasaban en antiguas básculas sobre papel.
Bella tienda aquella que venda esos caramelos tan sugerentes...cruzo el charco y me apunto ¡¡rapido!!
Besos, umma.
Cuantos recuerdos me trae esa foto y tus comentarios Ana. Mi padre tuvo almacén, con un mueble de ese estilo y las caramereleras y balanza de platos. Recuerdo que yo de niña quedaba extasiada mirando como podía envolver en papel y lograr esos dos moñitos perfectos a los costados. Cambio radical el suyo, de la campiña asturiana a ser dueño de un almacén en el centro de Montevideo. Te mando un beso y sigo recordando mi querida almacén y a mi padre detrás del mostrador son su característica sonrisa.
Hola AMELCHE.
Es que nos quedó más fresco el recuerdo de las boticas, que de los almacenes.
En buenos Aires, conservamos una como era afines del 1800.
Pero almacenes... Los hipermecardos se los comieron.
Si FGIUCICH...
Una mañana caminando y se te viene infancia encima.
San Telmo tiene eso...
Para noi, los porteños, un excelente abono a nuestra nostalgia.
Ves TINTA VIOLET
Puede separarnos el charco, ese tan grande, pero los ojos han visto las mismascosas, y los recuerdos pueden tocar con igual dulzura.
Uy ANA,
Ni que lo hubiera sabido.
Orejitas le decían,acá, a esos moñitos que le hacían al paquete, imagino que uds. los llamarían igual.
Lo de tu viajo, Anita, ¿Qué puedo decirte?
Así fue la epopeya de nuestros viejos y abuelos.
Cruzar el mar y meterse en tareas que ni podían sospechar. Mi abuelo paterno, tuvo almacenes mayoristas, era tano, tambiénalgo que no sé de donde lo sacó.
Un abrazo gigante. Sabés que te quiero mucho.
Ay, umma, yo de esperanza necesito mucho más que 80 gr.! Recuerdo yo también esos muebles de las tiendas de comestibles, porque desde siempre me han gustado los cajones. Tienen magia. Un abrazo muy fuerte, querida amiga.
Y 50 gramitos de tranquilidad...
Jajaja te acordás? a mí siempre me fascinaba esos "rulos" que hacían con los paquetes de galletitas sueltas.
Un besote amiga querida.
ya quisiera yo haber visto un mueble tan bonito en la tienda de la finca de los abuelos. No lo había, pero no por ello dejaba de ser un lugar fascinante y misterioso, poblado por monturas de caballo, reatas, sombreros, sillas para burros, velas, dulces, de todo tenía la tienda.
Algún día te contaré de ello. Recibe mi abrazo cariñoso
Es verdad ISABEL ROMANA, los cajones son mágicos. En especial los de los muebles antiguos.
Eso ADOLFO CALATAYU, tranquilidad, pero más de 50 gr. Multiplicado por 10 o por 100
LETY
Me encantaría que lo contaras.
Un abrazo
Hola... te hago una pregunta: en otro blog pusiste una pintura de una mujer mirando a un gato hermosa, me podes decir de que artista es?
bueno ahora voy a recorrer tu blog
Gracias y un gusto
En otro blog?
Esa era una imagen que usaba una amiga.
Si hablamos del mismo cuadro, de la chica que mira un gato es de Francine Van Hove.
Saludos
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