(Esta historia ya la publiqué. La repito hoy para Adolfo Calatayu, con quien venimos de descubrir que transitamos la infancia en el mismo barrio. Las historias que tendremos en común...
Adolfo: El inseparable amigo de mi padre, era don Abraham Najmanson, de la librería de Entre Ríos entre Moreno y Alsina)
Cuando se habla de amistad, siempre pienso en el ejemplo de mi viejo y de Abraham, que fueron lo que se dice inseparables.
Se conocieron sobre la adolescencia y mantuvieron el interés, la sorpresa del compartir, la solidaridad y el afecto siempre.
Estuvieron juntos en todas las situaciones, felices, tristes.
En mi casa me enseñaron que la amistad es un bien supremo, que está por encima, incluso, de otras formas del amor. Me lo inculcaron con la palabra y con el ejemplo.
Hoy recuerdo la protección mutua en ese grupo de amigos que se vieron a diario durante una vida. Eran de fierro. Claro que personas de otro tiempo, con ideales, con esperanzas en las que trabajaban sin desalientos. No como nosotros, sujetos débiles y postmodernos a quienes los ideales se nos acaban en la hoja del día del calendario, y la dignidad en la pelusa del bolsillo.
Mi viejo sufrió una retinopatía diabética que lo obligó a guardar cama varios meses en absoluta oscuridad.
Abraham, al que hacía muy poco tiempo habían operado de los riñones, cerraba el negocio por la noche e iba a acompañar al amigo.
En esos días, se efectuaba una importante reparación en el edificio en que yo vivía y estábamos sin ascensor.
Abraham subía los dos pisos por las escaleras, resoplando porque sus riñones todavía no estaban recuperados. Entraba al dormitorio de mi padre y se quedaba allí, sin luz, charlando.
Mi madre entraba y muchas veces los encontraba dormidos, cansados: mi padre de su prisión y Abraham de los esfuerzos de la jornada. Mi padre en su cama, Abraham en equilibrio en la silla.
Mamá le palmeaba el hombro con ternura y le decía
- Abraham, váyase a su casa.-
Es un detalle de los muchos que hicieron a la forma de vivir la amistad de esos hombres.
Ahora que lo pienso, había entre ellos cristianos, judíos, renegados de toda religión; italianos, españoles, rusos, franceses, peruanos, unos más ricos otros más pobres, algunos exitosos otros no. No existían fronteras de ningún tipo.
Mi viejo se murió en el 78, hace unos pocos años, iba conduciendo una mañana de sábado por una avenida muy céntrica, que misteriosamente estaba vacía de autos, cuando llego en la esquina del Congreso lo veo a Abraham esperando para cruzar. Hice una maniobra disparatada y me detuve a saludarlo.
Entonces, me dijo
- Todos los días desde que tu viejo se murió, lo he extrañado.-
Yo sé que sí.
Y que la amistad que los unía, no se perdió ni se perderá. Porque los ejemplos pasan de una generación a la otra, dándonos los parámetros por donde decidimos
que la vida cobra dignidad.
Pugnas
Hace 14 horas
15 comentarios:
ufff...
¿por qué???
¿¿no sabe usted que ando con las defensas bajas???
ya me había emocionado la otra vez!
y hoy???
...bue.
Hay vínculos más fuerte que el acero mi querida ANA!
Me ha pasado...las lágrimas van pa' dentro
mientras que el recuerdo aplica un cross de izquierda cerca del cuore.
Le dejo un abrazo ANA...de OSO!
....emocionado!
me llevo su link a mi guarida.
Me quedé sin aliento ante lo inmenso de tu relato. Esas amistades de los viejos tiempos eran tán sólidas como la palabra. Abrazos.
Ummita, esa coincidencia barrial me imagino lo contenta que te ha de poner. Aquí en NY cuando conozco a alguien de mi ciudad me alegro muchísimo, ya que es bien nice, a veces tener más o menos una geografía común de la cual hablar.
Este escrito me ha parecido genial, lleno de magia, me ha hecho recordar esa bella amistad que mantuvieron Borges y Bioy por tantas décadas.
Tu gesto de detenerte a saludar a ese buen hombre, me ha dejado una imagen muy grata. Perder un amigo tan cercano no tiene reparo, nos deja desgarrados.
Un Abrazo desde la tierra de la crisis financiera, por suerte los abrazos no se han devaluado.
Ciao
Te agradezco mucho,querida amiga,que repitas esta historia (y la dedicatoria,por supuesto),que desconocía.
Una historia de la vida real,de tu vida y con un contenido maravilloso; es curioso como uno habla de determinados valores -que deberían ser no solo universales sino incluso intemporales- y pareciera que fuesen cuestiones inherentes a tres siglos atrás,y estás hablando de la década del 70.
Me maravilló la visión y el sentido de la amistad,que pudo -afortunadamente- trascender un tiempo determinado y se manifiesta en tu Ser...
Las sombras chinescas siempre me fascinaron y me parecen una hazaña sin límites el crearlas jajaja es en serio eh?
Viste "ser digno de ser"? te la recomiendo calurosamente.
un beso grande,y una vez más muchas gracias.
MI APLAUSO A ESTE POST UMMA1.
Los viejos amigos son como el vino viejo; mientras mas solera tiene, mas dulce y rico está.
Viejo amigo...casi un hermano.
Que bonito post.
Un abrazo.
Wow, tu post me dejo con una mezcla entre la melancolia y la felicidad. Felicidad por aun sostener al menos una amistad sinigual, y melancolia por las muchas personas maravillosas que conoci y que han quedado en el tiempo. Tu padre fue muy afortunado. No todos tenemos la fortuna de un buen amigo y mucho menos en estos tiempos. Muchas gracias por compartir esto. Me conmovio mucho.
Saludos desde NY de una bloguera dominicana!
Ya la había leído, pero qué bonita historia.
Gracias por volver a postear esa historia, yo no la había leído y me trajo muchos recuerdos, también de mi padre, de los amigos que dejó en España y un montón de anécdotas que él nunca se cansaba de contar y a mí me encantaba escuchar una y mil veces.
Un beso grande.
Recuerdo que la leí la vez anterior, y ahora la he vuelto a leer con el alma caldeada. Amistades como esas seguramente ya no las sabemos cultivar. Un abrazo emocionado.
Bueno felicito al autor de la historia y a ti también por haberla recuperado
A valido la pena..
Querida Ana,
Ya habia leído este post anteriormente y me emocioné, vuelvo a leerlo ahora y el sentimiento es el mismo. Tener amigos es invalorable, siempre estan no importa donde sabemos que podemos contar con ellos.
Beso y abrazo desde Montevideo,
Ana
Una historia conmovedora, típica de nuestra idisosincracia.
La amistad profunda y los recuerdos imborrables.
Besos
Muchas gracias!
HOLA!BELLO RELATO...BIEN POR TU PADRE ,..CAPAZ DE TENER AMIGOS COMO ABRAHAM...
BUENOS EJEMPLOS...
PARA MI LA AMITAD ES SAGRADA...MI MADRE ME LO INCULCO SIEMPRE..EL DIA QUE FALLECIO ...VI EL DOLOR DE SUS AMIGOS IGUAL AL NUESTRO...
GRACIAS,
BESOS.
SILVIA CLOUD
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